jueves, abril 07, 2016

La verdadera evasión.


La gente en Internet anda muy revuelta por la evasión fiscal de ricos y famosos, pero  todavía más preocupante es la evasión de la realidad misma. Vivimos tragándonos, casi vivas, las numerosas distorsiones fabricadas desde las ideologías de moda, que adormecen hasta la forma más sencilla de discernimiento o sentido común. En ellas terminamos por ver un horizonte inexistente negándonos esa sana urgencia de captar la amenaza frente a nosotros ¿Será el temor por descubrir una fe traicionada por la demagogia de las clases políticas? ¡Todavía a estas alturas de la historia de la humanidad! Pero si consideramos que a la humanidad actualmente poco le importa la historia, ya podemos entender que se repitan una y otra vez los mismos desafueros.
Y a esto agreguemos una sobredosis de hipocresía colectiva por parte de los supuestos indignados, cuando es bien sabido que a nadie le gusta pagar impuestos ya que son el principal factor para encarecer el costo de la vida. Si tuviéramos los llamados paraísos fiscales  a la vuelta de la cuadra, seguro depositaríamos nuestras ganancias en ellos, en especial si son exiguas y nos ha costado arduo trabajo y tiempo ganarlas. O quizá nos da cólera y envidia saber que hay personas capaces de darse semejante lujo a costa de nuestra ingenuidad.
Pocos quieren aceptar el hecho, tan evidente, de que son los mismos políticos (o sus allegados) quienes nos someten a regímenes fiscales severos para expoliar nuestra riqueza ¿Todo para qué? Para malversarla a través del Estado y filtrar el erario, a su favor, hacia los países que ellos mismos satanizan como receptores de dinero sucio.
El escándalo de Panamá Papers es abrumador, sí. Pero no es un acto como para calificarlo de “terrorismo fiscal”. Ya van metiendo la palabra “terrorismo” donde quieren para captar la atención de la personas y crearles un miedo inapropiado con fines claramente manipuladores. Ahora emplearán dicha palabra con la alevosa intención de calificar cualquier cosa que nos les guste y condenarla de ante mano. Así lo han hecho con la palabra “fobia”, ya sabrán con qué propósitos. Distorsionando los términos, haciendo unas ajustadas extrapolaciones, van cambiado el lenguaje, su significado, y, con ello, nuestra forma tanto de pensar como de  percibir el mundo. Nos manejan a punta de psicología.
El problema no radica precisamente en los paraísos fiscales, sino en el infierno impositivo en el que se han transformado nuestros países a causa del voraz accionar de los administradores del Estado. De ahí proviene toda esta calamidad moral. No podemos, creo, seguir evadiendo ese enorme hecho frente a nosotros.

Un saludo. 

1 comentario:

Unknown dijo...

Muy buen análisis de la realidad de nuestra "pobre" nación.