Luego de muchas
falsas alarmas en Internet que anunciaban
su muerte con la malicia de meterle virus informáticos nuestras computadoras, Chespirito fallece de
verdad; si es que la muerte tiene algo verdadero tras su velo oscuro. Este
guionista, productor y actor me
entretuvo en la infancia con sus programas cargados de buen humor, algo
parecidas a las “comedias de impacto”
(como le llamo a series tipo “Los Tres Chiflados”, donde suele aparecer
violencia explícita: muchos golpes, patadas, pinchazos, insultos, etc.) y la
falta de compresión que tenía algunos de los personajes que creó Gómez Bolaños,
en espacial, esos niños encarnados por actores adultos, para entender el
leguaje figurado, creando una serie de mal encendidos jocosos, enredos, atropellos,
ironías y cierto visos de tipo sexual
que se repitieron durante años hasta que, al fin, logró que me aburriera de casi
todas sus series.
A causa de esa
repetición excesiva, de la cual fue ampliamente criticado, es que se nos quedó
en la memoria tantas frases chistosas que se regaron por toda Latinoamérica. De
manera especial siempre me llamó la atención la que mencionaba el Chómpiras
antes de recibir sus correctivos: “Tómenlo por el lado amable”.
El personaje que
más me gustaba ver interpretar a Chespirito era, sin duda, “El Chapulín
Colorado”. Ante todo cuando el héroe erróneamente mezclaba algunos refranes contrapuestos
que, a fin de cuentas, cobraban cierto sentido lógico. “El Chavo de Ocho” no me
gustó tanto como hubiera querido, ya que esta serie, en mi humilde opinión,
quedó encogida casi de toda su gracia cuando salieron del elenco Carlos
Villagrán (Quico) y el inigualable Ramón Valdés (Ron Damón), este último la
mejor figura que pudo reclutar Chespirito para sus programas.
Y con la partida
del pequeño Shakespeare mexicano, se cierra, a mí entender, el ciclo de los
grandes comediantes de Latinoamérica del siglo XX, entre ellos el mejor de
todos quizá: Mario Moreno “Cantinflas”.
Saludos.
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