miércoles, noviembre 26, 2014

¿Guerra contra las mujeres?



Cierto es que en Honduras la prensa  hace un espectáculo amarillista cuando se trata del crimen de alguna persona con aspiraciones faranduleras, donde saltan, como sapos desde el fango de una vieja charca, toda serie de lamentaciones e irrefrenable consternación pública que, según  deduzco de estos diarios, pretende superar el dolor por pérdida de los familiares de las víctimas. Porque claro, reseñar el asesinato de una figura pública hace despertar, más que consternación, el morbo por saber hasta el más cruento detalle del acontecimiento, para lo cual esa maquinaria de impresión trabaja y vive. Si, los que se entretienen con baños de sangre.  Y otros menos curiosos, con el temor de padecerla.

El escándalo es aprovechado por ciertas organizaciones de la sociedad civil para reivindicar su existencia y el papel que juegan en nuestra sociedad; mediante la clásica rasgadura de túnicas frente a las cámaras, y las marchas de indignación carnavalesca llenas de mensajes pacifistas con un tono curiosamente bélico, que es su forma preferida de hacerse notar. El momento es propicio para vendernos su ideología de género con el que intentan (por nuestro propio bien) domesticar al hombre machista. Para ello se inventan un enfoque tan enredado que termina por entenderse como la simple demonización del hombre y victimiza a la mujer, enfrentándoles el uno al otro, como enemigos. En la práctica, su abordaje se apega al legalismo más punitivo que podamos imaginarnos. Pese a sus enconados esfuerzos por mitigar la violencia, esta, por el contrario, va en un nocivo aumento. 

El problema de la criminalidad tiene su núcleo, y no es el hombre propiamente dicho, sino más bien en el entorno en el cual se desarrollan las personas; ese grupo o grupos donde se aprende una idiosincrasia que conformará la cosmovisión de cada individuo. Es la crianza de los hijos que nos está fallando seriamente, que se da, en ese grupo llamado la familia (O lo que queda de ella), cuyos valores se distorsionan debido a una práctica que se aleja de una formación intelectual rigurosa, que genere una moral coherente e igualitaria en cuanto a respeto entre seres humanos, sin desestimar sus diferencias personales.  

Un enfoque dirigido a la familiar nos aproxima a la problemática que padecemos  en nuestro país en lo referente a la violencia y el crimen, por tanto, nos ayudaría mucho mejor que poner militares a ocupar roles de policía para vigilancia. Pero existe un problema: analizarlo desde un enfoque de familia resulta, para la mentalidad de estas organizaciones, algo machista y conservador. Porque claro, ellos tienen otros intereses políticos para nuestra sociedad. Proteger a las mujeres es sólo un método y no un fin. En otras palabras, más que acompañar y brindar soporte que contribuya a nuestro desarrollo, su tarea consiste en controlarnos según el molde de unas convicciones algo desfasadas (pero revestidas como novedad), tanto de tiempo como de lógica.   

Estudiar los entornos familiares nos revelaría por qué surgen tantos hombres y mujeres con conductas antisociales. Insinuar que hay una guerra en contra las mujeres, en Honduras, es un intento por falsear la realidad a favor de una ideología que ha demostrado, en reiteradas ocasiones, su marcado menosprecio a la familia y a las libertades individuales. 

Saludos.

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