Son mafias dedicadas a disputarse
el mercado de drogas ilegales; también asesinan, violan, extorsionan, secuestran
y roban a la ciudadanía; estos son delitos que se les achaca, pues suelen practicarlos
sin el menor resquemor o sentido de misericordia, ya que para eso han sido
entrenados. Ahora quieren un pacto con el propósito que reine la paz. Me
pregunto ¿Tan mal va el frenético negocio de la delincuencia?
Entre la lista de peticiones
están el perdón a la sociedad que han ultrajado con su barbarie, a las autoridades
y hasta el mismísimo Dios. A parte de eso solicitan que se les disponga
programas de capacitación e inserción en la sociedad mediante el trabajo
honrado, como si tuvieran prioridad sobre la gente desempleada y honesta que no
puede encontrar una fuente de ingresos. Porque, según cuentan, todos, como
sociedad, somos responsables de su descarrilado destino. Me pregunto:
¿Estos también, a parte de los
políticos, creen que el hondureño común es pendejo? Su propuesta luce más bien como
otra clase de extorción; ya que piden mucho a cambio de no seguir cometiendo
fechorías. Y si nos negamos, como sociedad, a cumplir sus peticiones ¿Qué harán,
seguir en lo mismo?
Hay muchos puntos que la ciudadanía,
los líderes religiosos y el gobierno deben considerar cuando se trata con la escoria
desbocada:
Primero: no todos los ciudadanos estarán
dispuestos a perdonarles, más bien exigirán justicia, es decir, que paguen como
la ley dicta todos sus delitos y desmantelen esas organizaciones criminales.
Otros, preferirán la venganza, pues su corazón es muy similar al que palpita en cada miembros del crimen organizado. Además, no se puede creer que
todos los delincuentes se rehabiliten y no vuelva a reincidir en el mal. Esto es
utópico.
Segundo: los líderes religiosos, tras
el anhelo de alcanzar la bendita paz,
buscan servir de conducto facilitador entre las huestes dislocadas del diablo; por lo cual
corren el riesgo de convertirse en tontos útiles.
Tercero: Gobiernos que negocien
con mafias, grupos paramilitares o cualquier otra clase de organización
dedicada a sembrar el miedo, desparramar sangre y engendrar el terrorismo,
ponen en evidencia su debilidad, temor y la falta de control, por medios justos y
ecuánimes, para garantizar la seguridad ciudadana.
Cuarto: ellos hablan de tregua.
La tregua es una pausa en la guerra, no la terminación de la misma. Ojo con
eso, ya que dan a entender que su cambio es superficial y por mera conveniencia. Esto nos puede salir muy caro en el futuro.
En pocas palabras, quieren una
paz prostituida, incluso, a costa de la impunidad como
organizaciones que son.
Soy exceptivo ante este
controvertido acontecimiento, ya que parece una nueva treta con el objetivo de seguir
fustigando al pueblo recurriendo a otra variedad de métodos, menos violentos tal vez, pero
sin duda perversos. Podemos debatir, en este caso, entre la justicia y la misericordia, pero
nunca aceptar que se nos insulte la inteligencia con proposiciones falaces, a
falta de valor, porque estaremos perdidos.
Saludos.
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