El miércoles pasado andaba en la
biblioteca de la Universidad Pedagógica y, de repente, se armó tremendo
zafarrancho entre la policía y un grupo de manifestantes en contra de la nueva
Ley General de Educación. Los gases lacrimógenos que emplearon los agentes del
orden público no me dejaron salir de la Pedagógica, así me vi obligado a
esperar su disipación. Dentro de la biblioteca ya no me podía concentrar en mi
labor con tanto alboroto. Es triste que se vean irrumpidas las actividades
normales de una institución dedicada a la educación por meras cuestiones
políticas, por no decir necedades ideológicas. Esos manifestantes, “Pacíficos”,
hasta incendiaron un carro que, según me dijeron, era de una profesora.
Hoy volvía a la Pedagógica a
reanudar mis actividades personales, pero ahora resulta que no pude hacer uso
de la biblioteca pública; un guardia me dijo que el ingreso fue restringido y
sólo los estudiantes podían entrar, esto como resultado del incidente recién
pasado. Maldita sea. Justos pagan por pecadores ¿No será que las autoridades de
esta casa de estudios tendrán a los mismos bochincheros matriculados y no se dan
cuenta? Hay gente que no hace ni deja hacer en este país, el resto tiene que ser sacrificado. Esta es
una institución pública y debe estar abierta a gente que sí va con la sana intención de realizar actividades intelectuales o de
consulta. Espero que el acceso, aunque bien vigilado, se restablezca de
nuevo.
También quiero hacer unas
indicaciones acerca de la Biblioteca de esta universidad. Veo que tienen colecciones
diversas, es un edificio con adecuada iluminación, bien ventilado, con muebles
en óptimo estado, hay aseo, el local es bonito; además, su sistema de
estanterías abiertas deja apreciar las obras y también posee un personal que te
atiende cuando lo necesitas. Pero, algunos estudiantes, no saben hacer buen uso
de la misma. Porque a las bibliotecas se va a LEER. Y para ello se requiere SILENCIO,
por parte de todos los usuarios. Parece mentira que tenga que hacer semejante
señalamiento. Algunos de estos chicos creen que están en un centro de trabajo
o en un picnic. Hay que pedirles que bajen la voz; en caso extremo uno se
ve obligado a buscar otro lugar para poder leer tranquilo. Si hay gente que no
tiene la más mínima consideración por el prójimo y no sabe dónde está parado,
la ausencia de un sistema disciplinario que corrija estas desviaciones es
notable en este lugar. La UNAH lo posee. Digo esto como una forma de ir
mejorando el servivio, porque no soy de los anda tirando bombas molotov
para hacerse notar.
Saludos.
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