En mi humilde
opinión todo cristiano que ama a Dios respeta las enseñanzas de Jesucristo y
hace verbo su palabra practicándola con fe y devoción. Sin embargo, hay entre
todos los creyentes quien hace de esta actividad todo un estilo de vida y se
entrega por entero al servicio del prójimo. Me refiero, dentro del catolicismo,
a las personas que renuncian por voluntad a toda ventaja o gozo que provee una vida ordinaria para dedicarse a tal empresa.
Hablo de los sacerdotes y monjas. Ellos,
más que otras personas, demuestran, mediante su renuncia, el intenso amor y
compromiso que posee con Dios.
Porque claro, el resto de aduladores devotos
(feligreses) que nunca faltan en las parroquias, quienes siempre se jactan de
amar a Dios por encima de todo, puede que sean unos reverendos pajeros. El
resto ama a su esposa, a sus hijos, su trabajo, sus padres, hermanos, novias, animales
y posesiones. Hay otros que aman la profesión en sí, el pasatiempo, el vicio, e,
inclusive, su blog. Con tanto objeto de deseo diseminado a su alrededor no es
de extrañar que le dediquen poco tiempo del día o de la semana a los asuntos
espirituales. Seamos honestos. Hasta se puede leer a unos pobres diablos que
prefieren enredarse en la confusa maraña literaria, ilusos que persiguen
mujeres inalcanzables o sueñan con autos deportivos que jamás conducirán.
Hace no mucho
ocurrió en Honduras un escándalo que involucra al clero, donde el famoso Padre
Paiz fue objeto de serias acusaciones, tal noticia desató una polémica aprovechada
por los medios periodísticos más sensacionalistas que tenemos aquí. Conocí al
Padre Paíz hace muchos años cuando era estudiante del Instituto San Miguel
(1988-89) antes que me aplazaran. Paiz se desempeñaba como encargado de la consejería
y la parte disciplinaria. No me cabe duda que fue un tipo bien intencionado
pero, debo reconocer, más temido que amado en el colegio, porque era sumamente
estricto y con un carácter muy volátil (por no decir encachimbado). Sus
esfuerzos por enderezar los árboles retorcidos a veces eran inútiles, sus
castigos algo desproporcionados y el esfuerzo por acabar con el Bullying que
muchos padecimos una tragedia interminable. Eso sin contar con las ocurrencias“militaristas”
de aquellos profesores que lo único que hacía era fomentar la coacción como
forma de obtener respeto y el machismo. Del resto de cosas nunca me quejé, pues
nada es perfecto, ni los sacerdotes.
Ellos, los
curas, también pecan, y pueden incumplir sus votos. Algo por lo cual no vale la
pena hacer tanto revuelo porque sucede con cierta frecuencia, así como las
discrepancias entre los mismos sacerdotes dentro de su orden jerárquico. No me
voy a referir a las acusaciones que fue objeto Paiz, sino más bien a unos
aspectos que él dio a entender en una entrevista televisiva. El padre opina que
es mejor que lo sacerdotes se casen, entre otras variaciones a la profesión. El
mismo confiesa que tuvo sus deslices e incumplió el celibato. La cuestión es
que, según este Señor, tal parece que su vocación es muy sacrificada y hace a
muchos sacerdotes proclives al pecado por las múltiples restricciones que
posee. Lo que yo no entiendo es, si esta es una profesión con tantas ataduras,
ardua, arriesgada y llena de privaciones ¿Por qué algunos estudios científicos indican que los sacerdotes son las personas más felices con su profesión? Imagínense, a
pesar de todo. En lo personal no tengo problema en que los curas se casen o las
mujeres se ordenen sacerdotes, pero respeto la tradición de la iglesia y sé que
esto es asunto del clero. Pero hay gente que le encanta meter sus uñas en
asuntos privados, y ni católico que fueran.
Cura político
El ex obispo de Copán, Luis Alfonso Santos, famoso por hacerle la comparsa ideológica a Mel Zelaya, tal parece que quiere ser el Lugo catracho. Esto despertó resquemores entre los Liberales,
corriente política por la cual se decantó Monseñor para concretizar sus ambiciones.
Algunos liberales opinaron que no era apropiado que un sacerdote renunciara a
su vocación para dedicarse a la política vernácula, debido a la falta de
orientadores espirituales en todo el país.
Pues yo disiento
de la opinión de esos colorados. Creo que el sacerdote, si consigue permiso,
tiene todo el derecho de dedicarse a la política y lanzarse para presidente.
Antes de explicarme es mejor que hagamos una clara distinción entre política y
religión. La política, como la conocemos, inherente al ser humano también,
tiene como objetivo primal la obtención y manejo del poder (controlar a otros);
mientras que la religión obedece a un propósito trascendente (salvación), entre
Dios y el individuo que añora hacer comunión con el primero.
En resumidas
cuentas, un cura que renuncia a su profesión por dedicarse a la política debe
confesar que le interesa la obtención de poder más que Dios. En mi opinión es
un bien profiláctico para la Iglesia Católica que
sacerdote cualquiera decida volcarse a la política si así lo cree conveniente,
ya que prefiero a un sacerdote predicando el credo ideológico en un mitin
político, que verlo en la misa haciendo proselitismo de una ideología que riñe
con los principios del mismo cristianismo, lo peor, haciéndola pasar por voluntad de Dios para
manipular a los ingenuos creyentes, lo cual me parece una absoluta aberración.
Saludos y mis
respetos a los sacerdotes y monjas comprometidos con su trabajo.
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