El último “hit” que proviene del sitio del señor Assange exhibe al malogrado Mel como una especie de agente doble que trabajaba a favor de los Estado Unidos, pero creo que, en realidad, no es como se plantea en algunos titulares de prensa. Un cable previo expone lo que, en mi opinión, es el verdadero origen de esta inusitada conducta. Me refiero a las opiniones del ex-embajador norteamericano en Honduras el señor Ford sobre la personalidad de nuestro irreversible ex-presidente. Cabe resaltar que es una de las síntesis más acertadas que he leído. A continuación cito un fragmento:
7. (S) Zelaya sigue siendo en gran medida una adolescente rebelde, ansioso de mostrar su falta de respeto por las figuras de autoridad. El cardenal Andrés Rodríguez me ha dicho que no sólo no se graduó de la universidad, ni siquiera lo hizo de la escuela secundaria. El Cardenal tiene razones para saberlo, ya que fue uno de sus profesores. El problema es que Mel ha actuado de esta manera juvenil y rebelde toda su vida y ha logrado llegar al cargo más alto del país. No hay necesidad de cambiar ahora. Él seguirá llevando una vida caótica, muy desorganizada en el ámbito privado. (Proceso Digital)
Con este tipo de personalidad no es una sorpresa que Mel se halla metido en grandes problemas, involucrando a opositores y partidarios, en esa vorágine del 2009. Viendo semejante inmadurez, a la cual se le yuxtapone una gran falta de ilustración y ética que complementaron sus desafueros, obviamente se induce que esto no versa precisamente sobre un acto de vil traición, sino algo peor, donde la idiotez llega al punto de convertirse en una amenaza pública y, de paso, se expone nuestra paupérrima cultura política al mundo, hoy tan defendida por rancios nacionalismos.
Lo peor de todo no es el peripatético rol que desempeñó Mel como presidente para vergüenza del país; lo más duro es aceptar que nuestra democracia facilita que personas con semejante perfil puedan ocupar el cargo de Presidente de la República. Reparar esto con reformas constitucionales donde se exijan mayores requisitos para dicho puesto sería tropezar con un legalismo excluyente, fácil de corromper. Es que lo hondureños tenemos la obligación de ilustrarnos para poder elegir mejor a nuestros administradores y representantes. Sobre todo los partidos políticos, empecinados en postular arlequines de dudoso carisma que luego no pueden controlar. Y si a esto desmanes le sumamos una Constitución expuesta al arbitrio de la ignorancia o el fanatismo ideológico reducimos la democracia a simple tiranía de masa, donde todo puede ocurrir; entonces, no estará lejos el día en que un chimpancé llegue al poder y gobierne al hombre.
Saludos.
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