lunes, enero 10, 2011

Un centro-oblicuo y discordante partido político.

Los artículos pétreos de nuestra Constitución representan, para la libertad ciudadana, el último bastión que nos protege de la perniciosa ambición de poder que poseen la clase política. Si dejamos que sean trastocados por las manos de estos grupos, les estaremos dando acceso casi total al destino de nuestras vidas. Si no fuese por estas demarcaciones, este blindaje legal, creo que ya hubiesen convertido a Honduras en un potrero, y a nosotros en su ganado.

En río revuelto ganancia de pescadores, dice el refrán. En el 2009 una facción del Partido Liberal decidió revolver el río, pero fueron tan incompetentes que por su ciega ambición de poder quedaron atrapados en la misma red que tejieron. Por desgracia, las aguas han permanecido por largo tiempo agitadas, ahora hay nuevos pescadores que desean acaparar, no sólo la maliciosa iniciativa, sino también toda la pesca.

En días pasados el Presidente del Poder Ejecutivo y el Legislativo dieron, cada quien por su lado, un comunicado propagandístico, haciendo una especie de discurso optimista sobre el futuro y también nos aseguraron que el 2011 sería un año de estabilidad. Si algunos miembros del partido liberal, en su momento, se inventaron disparates como “Partido Liberal Socialista” para “unir” el agua con el aceite; los nacionalistas afines a Pepe Lobo y Juan Orlando Hernández parece que siguen esta explosiva fórmula química. Ahora dicen que son un partido centro humanista cristiano, que impulsará, fíjese usted, una economía social de mercado. Esta propuesta se la acepto a un partido de izquierda de corte progre-sista, pero ellos representan una derecha conservadora elegida democráticamente por el pueblo, me atrevo a decir, para preservar el orden constitucional que había sido recientemente amenazado. Estos líderes políticos pretenden justificar su proyecto con la rancia tesis que el pueblo tiene el derecho a decidir sobre aspectos que a ellos, como clase, les conviene: continuar en el poder.

¿Es que los hondureños no aprendemos jamás?

Sin embargo, hasta el mismo Cardenal Rodríguez elude el supuesto humanismo “cristiano del “renovado” Partido Nacional ¿Por qué será? El temor a “las reformas” no deriva de un pensamiento mal infundado, como lo quieren hacer ver, sino que ya se tiene un lamentable antecedente que nadie desea que se repita, ni que se dé, y no hablo de un derrocamiento, sino de un auténtico golpe.

Lo peor, es insistir con ese afán populista que confunde la democracia participativa con una burda expresión de tiranía de masas. No basta con la voluntad democrática para crear un estado libre, sino también la razón que nos indica los límites que el poder necesita para evitar un mal uso del mismo. Comparto la idea de algunas personas quienes afirmas que en Honduras no hay la suficiente cultura para ejercer esta clase de democracia, es decir, aquella que permita la reelección presidencial; y precisamente quienes no la poseen es la misma clase política que ahora buscas estos supuestos cambios, insustanciales, que poco o nada harán por resolver nuestra problemática socioeconómica.

En Honduras, como dicen, hay otras prioridades.

Saludos

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