Las Mentiras de Mel

El Irreversible presidente depuesto habla ante el consejo de las Naciones Unidas en nombre de todos los hondureños, cuando la mayor parte del conglomerado nacional lo rechaza en las calles, en el Internet, dentro de los hogares y la nueva administración pública que pretende sobrevivir hasta el 2010. En efecto, preferimos aguantar unos meses a Micheletti que terminar siendo los peones de éste capataz de Chávez. Habló ante los representantes de muchas naciones de la Constitución hondureña dando evidencia que no entiende su contenido; pero eso qué importa, aquellos que le escucharon ni siquiera la conocen, dejando pasar el mensaje implícito del ex-mandatario de haberla irrespetado a lo largo de su incoherente comparecencia. El escenario no se presta para interrogatorios, ni evidencias a favor o en contra, es una asamblea que, previamente, ya había dado un veredicto a su favor, tan sólo con escuchar las noticias.

Ahora que somos comidilla en el mundo, un mundo confundido con nuestra situación, porque, si somos francos, no se puede entender cómo un pueblo sea capaz de apoyar un golpe de estado en su contra, dándole públicamente el respaldo a las autoridades que despacharon por la puerta trasera a Zelaya. Es evidente que algo no encaja en este asunto. Los hondureños se polarizan, dicen en los noticieros internacionales. Es cierto. Muchos salen a las calles para expresar su opinión. Se divide entre aquellos que se visten de blanco, con sus rostros al desnudo, portando con alegría la bandera y las pancartas que expelen rechazo al chavismo, el temido retorno al poder de Zelaya, exigiendo respecto por actual Constitución, por el derecho a la autodeterminación de los pueblos que los organismos internacionales pretenden usurparle, esto para que el mundo se entere de la verdad en Honduras, en contraste con un pequeño grupo de personas violentas, uniformadas con el color ideológico radicalista que siempre los ha caracterizado, que cubren sus rostros como bandoleros. Y esta minoría es quien clama por Zelaya, con el deseo absolutista de imponernos a todos los hondureños, nos guste o no, su doctrina y ley.

Los organismos internacionales corren el riesgo de imponer al pueblo hondureño, libre, soberano e independiente, al dictador moderno, manipulador de urnas, y todo en nombre de la democracia. De lograr tal cometido, violarán la voluntad de una ciudadanía que al fin concuerda con sus instituciones estatales para combatir la corrupción, la tiranía.

Ellos también serán responsables de la tragedia en Honduras.

Saludos.