Llego al ineludible día de las
elecciones. Día que me agarró medio enfermo y con poca disposición para tolerar
las típicas peripecias que se suscitan en los centros de votación, como las prolongadas
y desesperantes filas donde uno debe votar. Peor todavía, si te han dado un
número de mesa y fila equivocados. Fue así como los encargados del proceso no me
encentraban en sus dichosas listas por ningún lado.
Después de echar las respectivas
maldiciones y de estar rebotando de fila en fila, del timbo al tambo, de no
encontrarme en las listas que pegan en las paredes, pensé que, al final, solo me
faltaría ejercer el sufragio en los baños de la dichosa escuela. Cuando estuve
a punto de claudicar, me llevaron a un lugar de información donde me dieron
otros datos de ubicación para encontrar de una vez por todas las condenadas
urnas.
Así fue como me enteré, casi dos
horas desde mi llegada, que el aula donde me correspondía votar era la
única en toda la escuela que no tenía fila. Sí, la única; tan vacía estaba que
los encargados se miraban preocupados por la falta de asistencia. Mi trámite era
de lo más rápido y sencillo. Pero no, el
destino que cargo suele complicarse a medida que avanza mi existencia en este
loco país donde me ha tocado vivir.
Cuando marcaba las papeletas con
esa especie de crayola para Kínder Garden, Le pedí perdón a Dios por lo que
estaba haciendo, obligado a venerar al becerro de oro que es el Estado a favor
de sus ineludibles acólitos del dolor: Los políticos. Marcar era un suplicio
para mi consciencia, he de confesar, por seguir fiándole nuestras vidas a estos
seres oscuros.
Ya en plena madrugada me entero,
cuando al TSE al fin se le antojó dar los primeros resultados de esta contienda
electoral, que la clase zelota de nuestra sociedad, encubierta por ese comodín
histriónico y narcisista que tienen, aventaja al maquiavélico y reelegible JOH
por un margen muy estrecho que devela la imperiosa necesidad de una segunda vuelta
electoral inexistente, creo, en nuestro sistema.
Es irónico, pues, que un
candidato que todo el año se la pasó denunciado que el proceso electoral era un
fraude bien montado por el oficialismo, ahora resulte ser el virtual ganador. Y
que la candidata del partido que el mismo fundó para combatir la corrupción no
le saca ni un 2% del total de votos escrutados. Eso sin contar con tanto partidito
de maletín que ni juntos logran formar una barra decente en los gráficos que
nos presentan por la TV. Qué vergüenza y gasto para el país.
Con tales resultados, no auguro nada
bueno para esta Nación que se ha dejado seducir por populismos de izquierda y
derecha. Con la salvedad que el pueblo rechaza la reelección presidencial, pero
esto de nada servirá si el partido a gobernar pretende lo mismo que JOH, pero
mediante una constituyente golpista.
En cuanto al candidato del partido Liberal, sospecho
que un gran sector de su propia gente le sirivió un plato muy frío para comer.
Solo hay que ver los votos sacados por la susodicha Alianza.
No queda otra que resignarse a
aceptar los resultados o la tendencia que aparentan llevar este drama político,
lo contrario sería dilatar y sufrir más esta espantosa contienda entre quienes
codician el poder.
Saludos.