Una parte del pueblo hondureño ha
concentrado su repudio y odio visceral en a la figura controvertida de JOH, en
sus desatinos y abusos legales para forzar una reelección, a mi parecer,
ambicionada por políticos de todos los frentes, pero cuya hipocresía y estrategia
política les impide admitirlo de momento. Esto hace que muchos ciudadanos consideren al actual presidente como un dictador.
No se lamenta tal calificativo,
precisamente. Como sabemos, la dictadura es opuesta a los idearios de una
sociedad libre y hay quienes desean quebrantarla y perpetuarse indefinidamente
en el poder; lo malo es la falta de reflexión sobre la amenaza que, también, implica
la oposición y su perniciosa finalidad de establecer un nuevo régimen, en caso de
ganar las elecciones. Un tipo de régimen que comienza como una inofensiva
democracia, pero con el pasar del tiempo ve socavados sus cimientos, pervierte
su esencia, y terminan, siempre, en la más nefasta dictadura. Venezuela es un
claro ejemplo.
Esto, pienso, ocurre porque los
hondureños nos hemos dejado seducir por las posturas más extremas, rígidas y
corruptas en post de un paraíso utópico concebido para cabezas románticas e ingenuas.
De eso trata el populismo latinoamericano, sea de derecha o izquierda.
"Todos los países comunistas fueron dictaduras, y en todos ellos se extendió la miseria" @rodriguezbraun.
Saludos.
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