jueves, marzo 13, 2014

Un Showman de pontificado.



Antes y después que Benedicto XVI asumiera su Papado, desde diferentes esferas de poder, adscritas a la ideología, y que también controlan medios de comunicación masivos, le dieron de palos al pobre viejito. El hombre tuvo que cargar con la cruz de sus propios pecados, los de la Curia y el resto de colegas; especialmente los degenerados. Era obvio que no le querían para nada, e intentaron cuanto pudieron por desprestigiar su persona y acciones a como diera lugar, pues  le temían. Representaba una enorme barrera que salvaguarda la doctrina católica, la cual ellos pretenden adulterar a favor de su “revolución”, cuyo objetivo es seguir modelando al ser humano e instrumentalizarlo al servicio de un grupo élite. Benedicto XVI atacó su proyecto relativista, desnudándolo, marcando diferencia entre catolicismo e ideología. Y claro, como Benedicto XVI no es un hombre de aspecto carismático, es bajito e intelectual, los mismos creyentes no le defendieron, ni valoraron como se debía. En el mundo público, la apariencia lo es todo. La superficialidad manda, y la trivialización que genera, obstruye el razonamiento profundo y consensuado a la luz de la fe. El humilde legado de este Papa.

Si comparamos eso con el primer año de pontificado de Francisco, diría que, hasta ahora, le ha tocado una cruz bien liviana al argentino. Estos espectros han sido diferentes con él; menos agresivos, hasta el punto de fingir complacencia por su elección como líder católico. Desde entonces se han dedicado a montarle un show mediático alrededor de su persona (gestos y actitudes), donde quiera que éste vaya. Han promocionado la humildad de Francisco,  como si se tratase de vender hamburguesas, al punto de echarla por tierra. Lo peor, es que el actual Papa se ha prestado ingenuamente a ello. Le han tratado de adular coronándolo en portadas de revistar populares, como quien aprueba una gestión pública, restándole mérito a Benedicto XVI. Haciéndo pasar al actual Pontífice por uno de los suyos, es decir, por un progre-sista. Le han convertido en el nuevo Súperman  de moda. Por tanto, sus efectos manipuladores hacen mella en la feligresía ingenua. 

Ahora salen católicos en las redes sociales por borbotones, posteando mensajitos cursis con la imagen del Francisco, ensalzando su “humildad”, burlándose de los “católicos tibios”  (los verdaderos creyentes, los que se dan en el pecho), alardeando su fe con bombos y platillos, alejándose del diálogo con los no creyentes, evangelizando al que ya ha recibido la buena nueva. En pocas palabras, Francisco, para la cultura Ligth, es “cool”. Sólo falta que lo saquen en la portada de Playboy. Le han puesto un numerito en el circo que tienen, patético, donde la imagen de Francisco pretende sobrepasar las enseñanzas de Jesús. 

Y hablando de enseñanzas, ahora todo cristiano católico “militante” se llena la boca con el famoso bien común. Como si ese fuera el fin de nuestra religión. Jesucristo nunca anduvo multiplicando oro o plata para repartirlo entre los pobres; su instancia no trajo consiguió el bienestar económico a toda la gente a quien le dio su auténtica gracia, ni obligó a nadie a seguir sus preceptos. Lo primero era buscar las cosas del cielo, el resto vendría por añadidura. Si entendemos la caridad (amor) como mera acción de dar ofrendas monetarias a los pobres, lo que en realidad estamos haciendo es intentar pagar nuestra salvación con dinero, y si a ello le damos como objetivo final el bien común (el bien material), eso ya no es cristianismo, sino ideología. Convertimos a la iglesia, entonces, en una ONG a favor de un objetivo puramente material. 

El problema viene porque Bergoglio no quiere dejar de ser Bergoglio, aunque se cambió de nombre. Chico, es hora que asumas esa cruz pesada de tu antecesor. 

Muchos sacerdotes han dejado de ser el pastor que abandona a las 99 ovejas para ir en busca de la extraviada, montarla sobre sus hombros y llevarla de nuevo al rebaño. Ahora, quieren manejarlo todo a control remoto, ofuscados bajo la sombra de un árbol resolviendo asuntos administrativos (mundanos). Mandan a otras ovejitas a realizar su trabajo apostólico. El desenlace: El lobo se da un festín de padre y señor mío. Esto se debe a que no quieren delegar (confiar) trabajo a los laicos, a quienes tiran esa papa caliente llamada pecado. Pero de todo eso tendrán que dar cuenta al Señor. Veo en el canal católico de mi país, al obispo auxiliar capitalino decir que uno debe leer la biblia con un crucifijo en la mano (lo muestra) ¿Desde cuándo-me preguntaba- tal objeto es indispensable para una comunicación con Dios? La respuesta me vino en el siguiente anuncio comercial: Compre su crucifijo en la… ¡Da vergüenza, da vergüenza!

Se alaba en demasía la figura del Papa Francisco sin reparar en sus traspiés, maximizando una imagen de líder supremo, carísmático, humilde. Caso opuesto, El propio Jesucristo dijo a sus apóstoles, cuando se peleaban entre ellos por el poder, que el más grande en el Reino de los Cielos, tenía que ser como un niño, porque aún no entendían sus enseñanzas. 

Nosotros tampoco. Es más, como laicos, le hemos fallado al Papa Francisco. Yo le he fallado, pues no rezo por él como nos lo pidió. Ahora vemos los resultados. Compartimos debilidades, como humanos que somos, como iglesia. Debemos de recapacitar y no dejarnos llevar por la cultura Ligth y la ideología que desea superponerse y dominar el arte, la ciencia, la moral y religión ; cuyo fin sólo es inmanente (terrenal) y alienador, dejando un profundo vacío espiritual que pretendemos rellenar con pueriles emociones y una vulgar militancia carnavalesca, basada en la mera imagen de Jesucristo o el Papa. 



Un saludo.  

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