Hace días empezamos una nueva
etapa en la vida democrática de Honduras. No es inapropiado sostener un estoico
optimismo cada vez ocurre el traspaso de gobierno, siempre y cuando no
olvidemos que dicho optimismo no es más que una actitud frente a la cruda realidad,
pero no la realidad misma. Es un empuje necesario en la lucha (vida). Hasta
para la persona que alberga mucha desconfianza debería ser importante no rendir
su existencia a un destino, en apariencia, irresoluto; y nefasto como forma
definitiva.
Ahora bien, una cosa es
pertenecer a una democracia y otra es serlo. Por lo que he podido constatar en
el Congreso Nacional, por la vía democrática hemos elegido a representantes que
no saben las difíciles pero necesarias andaduras que acarrea la vida política
en democracia, acostumbrados como están a reaccionar y conseguir sus metas de
la manera más pragmática posible: El uso de la violencia para imponerse.
Se suelen decir que los
hondureños somos “muy dejados”; y por tal inacción nuestros políticos logran
sus habituales abusos de poder. Cuando un grupo se levanta, en supuesta rebeldía,
frente a cualquier arbitrariedad, parece lógico el empleo de la violencia,
ergo, de cualquier tipo de agresión para restaurar la justicia y defender los
derechos ciudadanos. Inclusive, habrá más de alguno que pondrá ejemplos donde
ocurren actos de violencia en Parlamentos de otros países (desarrollados) para
reforzar esta creencia; sin embargo todo ello no es más que una treta
demagógica.
También habría que recordar que
los hondureños somos muy dados a copiar malos ejemplos, incluso de países en
pleno desarrollo por el simple hecho de serlos; gracias a nuestra poca voluntad
para el discernimiento.
En resumidas cuentas, tenemos
grupos políticos que, ahora, juegan a ser demócratas, aunque su impronta ideológica
siempre los orille a lanzar el zarposo de la violencia en aras del pueblo, cuando
en realidad están protegiendo sus intereses de grupo. Conducta tan poco civilizada
no podremos encontrar.
Si bien en cada cambio de
administración empezamos con el pie izquierdo, en esta nueva etapa parece que
nos levantamos con dos pies izquierdos. Ya nos podemos imaginar el caminadito
que tendrá el Estado. Con un pie que quiere seguir una ruta totalmente opuesta
a la del otro, pero, según ellos, ambos van por el mismo camino.
Ante ese tipo de adversidad, más el
aumento de la intolerancia política, es a lo que se enfrenta nuestro optimismo
por un país mejor.
Saludos.
1 comentario:
Los nuevos partidos políticos que se enfrentan con entusiasmo y energía a los partidos dinosaurios me parecen motivo de celebración. Los medios de comunicación que defienden el status quo tratan de desprestigiarlos en base a cuestiones de forma y no de fondo, pero ya el cambio es imparable por más que protesten las gargantas y plumas asalariadas.
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