¿Quién en Honduras no conoce a
Salvador Nasralla? No hace falta que dé muchas explicaciones, a menos que se
trate de lectores que no han vivido en este país. Es el personaje más
controvertido y farandulero que tiene nuestra
sociedad catracha. Presentador de televisión, narrador por más de 30
años de partidos de fútbol (programa de TV, 5 deportivo), organizador de
inventos de belleza, animador de su programa de entretenimiento como “X-0 da
dinero”, entre otras cosas.
Ahora, en plena madurez, Nasralla da un salto a la palestra política.
Su experiencia en el área, nula. Sus méritos para aspirar a la presidencia, ser
altamente conocido y hacer públicas las críticas estereotipadas que cualquier
ciudadano común le achaca a nuestro degenerado mundo político. Todo gracias a
la cobertura que le brinda la televisión.
Sin embargo, Nasralla, para instaurar
su propio partido, se fundamenta en unos principios muy razonables y concretos
que bien vale la pena sintetizar.
1.-Los partidos que gozan de
mayor popularidad (Nacional y Liberal) están corrompidos. Por tanto, adherirse
a ellos implica la continuidad de esa misma corrupción; lo cual asegura el
bienestar de uno pocos en detrimento de la mayoría.
2.-Focaliza que el principal
motivo de nuestro atraso y subdesarrollo es la misma corrupción; ergo, debe combatirse lo antes posible con una
administración eficiente, depurada de personas inmorales al mando de
instituciones públicas.
3.-Para ello se debe crear un
nuevo partido; libre de los vicios que dominan las vetustas instituciones
políticas, donde se respire el aire de una cultura partidista diferente, más ética,
comprometida y responsable.
Quizá por eso bautizó su
agrupación política como “Partido Anticorrupción” (PAC), en mi opinión un
desatino porque esto suena más a un eslogan de campaña que otra cosa.
El primer problema que visualizo
es que, el mismo líder del PAC, asegura que su partido no es ni de derechas o
de izquierdas, sino “puro centro”. Esa
“pureza” de centro es, precisamente, lo que me deja desconcertado; ya que, al
parecer, no define una ideología concreta en la cual basar su accionar
político. Algo indispensable en una organización de semejante categoría. Y sin
ideología, una persona que sepa un poco de ciencias políticas, no encontrará
sustentación ni convencimiento para, primero, avenirse racional y
conceptualmente con el partido; segundo, tener la suficiente confianza como
para depositar su voto en el mismo, por bien intencionadas que estén las
personas que se involucran en esta empresa.
Aunque Nasralla hace propuestas donde muchas personas logran identificarse con ellas, no se
puede revolver políticas que parten de principios contrapuestos. Eso es lo que noto
en su vacuo discurso político.
¿Entonces, dónde está la esencia
ideológica que promueve el PAC? Pues, en sí, combatir la corrupción no es una
doctrina ideológica, es un deber moral imbricado en todo accionar político, sea
cual sea la ideología a poner en práctica.
Diría que se concentra en la
admiración del mismo candidato de este partido: el propio Nasralla. Es una
especie de egolatría donde se rinde homenaje a un personaje público que goza de
aceptación considerable por el simple hecho de no haberse involucrado en política
tradicional, crítico mordaz y es lo
suficientemente “puro” como para ser digno de confiarle el Poder Ejecutivo.
Entonces debemos, si todo parece
girar alrededor de su persona, estudiar la conducta del candidato. En mi
humilde opinión, Nasralla se ha caracterizado por un narcisismo prepotente,
intolerante hacia cualquier crítica (sobre todo la sátira), que profesa un
cristianismo que no parece compaginar con sus conductas, a veces, agresivas y
llenas de odio frente a quienes le adversan. Su impaciencia y falta de cordura,
que ha quedado muchas veces evidenciada en sus narraciones deportivas, lo ha
llevado en más de una ocasión a tener que retractarse. El PAC tuvo que
rectificar sus requisitos de inscripción de candidatos por órdenes del mismo
TNE, al descubrirle inconsistencias, lo que habla muy mal de un partido que promueve
la efectividad. Lo peor, es que Nasralla ha dado claras
muestras de incitar a la sublevación de ganar el Partido Nacional y no el PAC. Eso es
reprochable.
No emprenderá una campaña
política de alto nivel porque no debe tener el suficiente capital para hacerlo.
Pero lo excusa con la idea de que es tan admirado por el pueblo que no requiere
montar un adecuado proselitismo. En este
punto, al menos, le daré el beneficio de la duda, porque en este país hay mucho
ingenuo que se deja atrapar así de fácil.
Lo más gracioso del caso es que
se cree una especie de elegido por Dios para comandar los destino del país.
Esto es grave viniendo de un político, porque denota unos delirios de
grandeza; un despotismo latente que está a punto de eclosionar. Algo muy visto
en el político mesiánico común y corriente que, luego de parecer benévolo y justo, obtenido el poder, se torna un dictador.
Una persona con estas
características e ideas variopintas, por muy profesional que sea, no me da la más mínima
confianza para conferirle un gran poder
mediante el voto. Hasta ahora, el PAC sólo ha demostrado que es una candidatura
independiente, castrada de ideología, bajo el disfraz de partido político,
cuyos adeptos parecen alabar a su candidato e intentar subsanar sus zafadas de
legua producto de esa impetuosidad y falta de mesura.
Saludos.
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