viernes, octubre 01, 2010

Paranoia de izquierda

Cuando los progres toma por la fuerza las carreteras de una ciudad como medida de presión, destruye la propiedad pública y privada, y agreden, a causa de la intolerancia que los identifica, a todo aquel que ose contrariarlos, tales operaciones son correctas y necesarias; en cambio, si les aplican la misma receta cualquier otro grupo fáctico, resultan inaceptables. Esta es la inopia moral con que trabaja y responde la clase política.

Tras las crisis de Honduras en 2009 (Llámela usted como quiera, al fin y al cabo siempre es crisis), saltan las alarmas de los pastores populistas por lo que, con rapidez, inducen temor al rebaño para poder controlarlo mejor. En Latinoamérica se ha llegado al punto que los extremistas acusan de extremistas a terceros, que los golpistas frustrados acusan de golpistas a los rivales que pretenden derrocarlos. Esa parece ser la consigna; por tanto, cualquier desfase en sus gobiernos lo hacen pasar como un derrocamiento.

Me suscribo a la opinión de algunos analistas políticos que descalifican lo ocurrido en Ecuador el 30 de septiembre como un golpe de estado. No cabe duda que el grupo de policías disidentes, a causa de la controvertida ley del servicio público, siguieron un mal ejemplo que no posee justificación, ganando el merecido desenlace. Del lado opuesto, este muchacho de Correa, tan airoso, irascible como es, opta por, fíjese usted, acicatear a los policías para que lo maten, como consecuencia de la inmadurez es secuestrado en un hospital, mientras su país queda en vilo y la comunidad internacional se escandaliza. Un joven bien preparado intelectualmente, acostumbrado a las loas de sus seguidores, pero que no tuvo la debida inteligencia emocional que le permitiera mantener la cordura en una situación crítica.

Dicho acontecimiento no es para hacer mofa de Ecuador. Se trata del caso típico latinoamericano de convertir un problema local en una crisis internacional, hoy representado en estos policías y su mandatario. Aquí es donde la ideología política obnubila la mente, apartándonos de la verdad, con la asistencia de medios periodísticos parcializados, inclinando las actitudes de los ciudadanos a favor de un sector político.

Honduras sirve como cabeza de turco para encubrir la falta de una auténtica cultura democrática en Latinoamérica, convertida en mero voto tecnificado, bajo el sortilegio populista y aupada por el fanatismo ideológico que no tolera la crítica, obedeciendo ciegamente las consignas de sus caudillos autoritarios.

Saludos.

2 comentarios:

ecgalup dijo...

La izquierda siempre tiene esa tendencia a ser paranoica y tienen terror a perder el poder, ven golpes de estado en todos lados.

David Morán dijo...

Claro ecgalup, sus partidarios lo ven así, porque los dirigentes se los inventan.

Saludos.