miércoles, noviembre 11, 2009

Un fotógrafo en la familia

Tu partida prematura nos llena de tristeza, y de un escepticismo que pone a prueba la propia fe ante la cruel realidad. Parece mentira que el apoyo de mi padre, la alegría de mi madre, el amigo de sus hermanos, el amor de su esposa y el resguardo para sus hijos se marche así, de improviso.

Nos convocaste, quizá, no para recibir apoyo ante el urgente proceso de sanación, mas bien presentías otro desenlace. Te despediste, sin que lo supiéramos, de tu querida congregación católica que tanto apoyó te brindó, para después comenzar la agonía. Fui testigo de como ibas degradándote psíquica y físicamente hasta, al fin, expirar, rodeado de seres queridos y justo cuando recibías la extrema unción. El sustento donde emerge tu esencia dejó de ser funcional, pero tu esencia, más allá de la razón y la materia, aún nos calienta e ilumina. No te preocupes hermano, nosotros cuidaremos de tu herencia viva.

Te amaban por tu carismática personalidad, por tu alegría, y aunque cometiste duros pecados, ninguno de ellos empañó, incluso en vida, tus bondades. Honraste a padre y a madre ante los demás; ahora poseo un ángel que interceda por mí ante el Creador. Aunque me cueste aceptar su voluntad.




Luchaste y padeciste por trabajar en aquello que amabas, y lo que amabas no te defraudó, poniendo el pan en la mesa de tu humilde casa. Quiero emularte en ese sentido. Pocos poseen semejante dicha. Con tus imágenes forjaste un nombre profesional y diste color a nuestro orgullo de familia. Míranos desde lo alto con tu lente agudo y que de tu memoria nos quede, tras el paso del tiempo, sólo alegría, para poder así enterrar, poco a poco, estos amargos momentos.

Espero ser digno de volverte a ver.
Saludos, Hermano mío.




Raúl Morán Rivera.
(1962-2009)

Otras referencias: Fotoclubhonduras.com