Es increíble saber que, en tiempo de elecciones, los ciudadanos comunes, es decir, su voluntad política expresada por votos, tiende ha homologarse con el carácter divino e inefable de Dios. Al pasar la euforia que enciende el triunfo electorero, nos convertimos de nuevo en el fastidioso rebaño que cuesta controlar por medio de la coacción institucional, el maniqueísmo y demás juegos demagógicos. Pero cuando exigimos eficiencia y cuentas claras, nuestra voluntad democrática, misteriosamente, pierde su carácter celestial. O lo olvidan. No sé.
El partido cachureco decide que Pepe (el Mel nacionalista) tiene derecho a su revancha, mientras que el pobre Canahuati aprendió que no es posible romper la férrea estructura caudillista que no admite nuevos paradigmas. Si Pepe ganara tan codiciado puesto, sus correligionarios deben velar para que no cambie de camiseta ideológica y termine metiendo goles en su propia portería.
El caso más relevante del proceso democrático recién pasado lo presenta el histriónico Partido Libertino, donde un nuevo liderazgo se impone a la base tradicional. Percibí tres grandes perdedores: la líder neoprogre de esta institución, nuestro irreversible y querido vaquero motociclista y, por supuesto, el abatido precandidato. Tanta misa negra, tanta especulación sobre controvertidas alianzas, tanta traba y zancadilla al equipo contrario jugó en su contra. Este sí que se metió los autogoles.
El discurso de Elvin, el virtual ganador en dicho partido, evoca mas los sueños de amor y paz de un hippie en plena sesión sicodélica que una verdadera realidad política y económica por enfrentar. No es para menos, logró lo que Canahuati no pudo en su respectivo partido. Pero si no es capaz de establecer una alianza con el adversario que él mismo inculpó de todos sus males, de nada habrá servido la victoria. Hasta ahora, creo, el puente de conciliación entre colorados es, precisamente, el ganador real en dicho partido, Mauricio Villeda. A ver como lo resuelven, si es que lo hacen, el resto de la ciudadanía tendrá telenovela para rato.
Saludos.
El partido cachureco decide que Pepe (el Mel nacionalista) tiene derecho a su revancha, mientras que el pobre Canahuati aprendió que no es posible romper la férrea estructura caudillista que no admite nuevos paradigmas. Si Pepe ganara tan codiciado puesto, sus correligionarios deben velar para que no cambie de camiseta ideológica y termine metiendo goles en su propia portería.
El caso más relevante del proceso democrático recién pasado lo presenta el histriónico Partido Libertino, donde un nuevo liderazgo se impone a la base tradicional. Percibí tres grandes perdedores: la líder neoprogre de esta institución, nuestro irreversible y querido vaquero motociclista y, por supuesto, el abatido precandidato. Tanta misa negra, tanta especulación sobre controvertidas alianzas, tanta traba y zancadilla al equipo contrario jugó en su contra. Este sí que se metió los autogoles.
El discurso de Elvin, el virtual ganador en dicho partido, evoca mas los sueños de amor y paz de un hippie en plena sesión sicodélica que una verdadera realidad política y económica por enfrentar. No es para menos, logró lo que Canahuati no pudo en su respectivo partido. Pero si no es capaz de establecer una alianza con el adversario que él mismo inculpó de todos sus males, de nada habrá servido la victoria. Hasta ahora, creo, el puente de conciliación entre colorados es, precisamente, el ganador real en dicho partido, Mauricio Villeda. A ver como lo resuelven, si es que lo hacen, el resto de la ciudadanía tendrá telenovela para rato.
Saludos.
1 comentario:
Y los electores de palmeros. Estoy cada día más cerca de la anarquía. Divinidad sin santos.
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