lunes, febrero 04, 2008

Democracia, pobre democracia



Aunque se parta de una amplia base conceptual que defina la democracia, esta no deja de ser otra cosa que la imposición de la voluntad de un grupo mayor sobre un grupo menor -aunque éste sea la mitad menos uno-; un grupo minoritario, cabe decir, que adversa con posturas contrarias de cara a una posible resistencia u oposición. Si bien es preferible, al menos a mi entender, que un sistema monárquico y a las dictaduras, esto no quiere decir que sea la fórmula mágica que alivie nuestros problemas como individuos y de nuestras comunidades.

En un sistema democrático la gente tiene poder para decidir el destino político-social que se tomará en un determinado contexto, en este caso hablamos de la nación. Pero al mismo tiempo se trasfiere la responsabilidad de lo que ocurrirá en el futuro, la cual antes dependía de una elite privilegiada que se tomaba para sí el derecho de decidir por los demás.

La democracia no significa que necesariamente el grupo ganador en una contienda electoral haya realizado la mejor elección para todos, puede decidir por una vía equivoca muy distante del verdadero objetivo que se desea cumplir; recordemos que ningún grupo es susceptible al arte de la manipulación de masas, que no es más que la propia política practicada por los estadistas. Ante todo cuando hablamos de sociedades poco instruidas y mal informadas, con ellas el trabajo resulta menos azaroso. Sólo de esa manera podemos explicar la negligencia en materia de educación pública en casi toda Latinoamérica. Para tapar este escollo se formula un planteamiento demagógico-salamero que consiste en santificar la decisión democrática ratificándola como sabia y correcta. En la democracia el volumen de individuos parece sobreponerse y contradecir la razón, la verdad y la justicia.

Sin embargo, no todo se lo deben a una “amplia” o “significativa” “mayoría”. Debemos considerar la decisión de muchos de abstenerse a participar en este juego democrático, a veces cogido del sartén por una mano fraudulenta. Resulta paradójico que esta supuesta neutralidad pueda inclinar la balanza a favor de unos y en contra de otros. La pasada victoria del partido en el poder -al cual me niego a llamar liberal- se dio gracias al abstencionismo y la irreconciliable división interna de su partido opositor. Este gobierno, definitivamente, gano por número de votos, pero no gracias a la mayoría del electorado.

En época de proselitismo Don Mel recalcaba el concepto democracia participativa para atraer posibles votantes. Una estructura complementaria al modelo de democracia representativa, que por el simple hecho de tirar el voto al favor de un partido político, los ganadores se creían con la libertad de imponer lo que se les viniera en gana, a costa del propio pueblo al que supuestamente deberían servir.

No creo que exista una verdadera democracia participativa en Honduras, viendo las decisiones arbitrarias que toma el actual gobierno, con esa cosmovisión autoritaria que intenta imponer un orden contrario a los principios liberales, con la poca participación de algunas organizaciones de la sociedad civil en las decisiones de Estado. No basta con invitar a la gente para que acuda a eventos donde presentan proyectos que se pretende implementar. Otra vez victimas de la demagogia. Además, los ciudadanos comunes debemos preguntarnos si estas organizaciones sociales en verdad nos representan a TODOS, o sólo obedecen intereses particulares.

Ahora vemos a funcionarios públicos rompen pactos y comienzan a presentar candidaturas, otros oficializan alianzas y eso que apenas este gobierno lleva la mitad del camino. Pareciera que dan esta administración por muerta. Si es que ya no lo está.

La democracia, como sistema, no es la maravilla que pesamos muchos, también pueden ser corrompida y manipulada por aquellos que, de una forma asolapada, quieren perpetrarse en el poder. Democracia es tener opción política de peso. Pero lo que en cada período electoral gana peso, es la abstención a votar. Por algo será.

Saludos.

PD: Ah, la Mafalda, si la ven, es de Quino.

2 comentarios:

Luis Amézaga dijo...

No es la panacea, pero si la mejoramos, tendremos un sistema de administración política y social razonable. Lo primero: listas abiertas, de tal forma que los aparatos de los partidos no encumbren a unos y releguen a otros por intereses desconocidos. Poder votar al undécimo de una lista antes que al cabeza. Eso vincula al candidato mucho más con el electorado y no con la maquinaria de partido. Lo segundo, clara separación de poderes. El poder judicial debe ser independiente y ser elegido por las asociaciones de jueces y promoción profesional. Los jueces tienen la obligación de hacer cumplir la ley al poder ejecutivo y legislativo. El legislativo debe ser el azote del ejecutivo y controlar sus movimientos. En una palabra, dividir el poder para que no pueda corromporse y ser autoritario. Tercero, libertad de prensa y apertura a diferentes ideologías o maneras de entender la sociedad. En las diferentes perspectivas no se encuentra la verdad, pero se aporta luz a las mentiras. Cuarto, una sociedad civil fuerte, con organizaciones culturales, vecinales... Quinto, Imposibilidad de permanecer en el poder más allá de dos legislaturas. Sexto, educación y formación adecuada en las escuelas para estimular a los alumnos a pensar por sí mismos, y ser exigentes con el poder, al tiempo que responsables para participar en la sociedad. Séptimo, libre comercio y libertad en la iniciativa privada reduciendo al máximo la burocracia estatal. Con estos siete puntos y alguno más, tendríamos un sistema que puede funcionar con ciertas garantías.

David Morán dijo...

Comento por puntos:

-Un sistema democrático produce resultados beneficiosos a largo plazo, desgraciadamente en el proceso histórico de Honduras no ha sido muy bien practicado. Por otro lado, la mala administración del ejecutivo produce decepción en una población que cada vez esta menos interesada en votar, algo que desde luego es negativo. Se producen avances en materia electoral, creados por los políticos, pero desgraciadamente ellos mismos se encargan de contradecirlos.

-En efecto, poderes estatales independientes. La mayor desgracia en Honduras es tener un poder Judicial politizado, mientras esto no acabe, no existirá justicia en este país. Lo rescatable de estos conflictos entre legislativo y ejecutivo es que existe una luz que nos permite ver las verdaderas pretensiones que se traen entre políticos. La cual puede generar ciertas oportunidades para atajarlas o cederles el paso, eso según la conveniencia.

-En este gobierno han tenido que exiliarse varios periodistas, a los hondureños todavía no se nos aclara quien paga tales amenazas y atentados.

- Las organizaciones civiles deberían tener un papel más preponderante, este gobierno no les ha dado la participación y poder que prometió ceder.

-Aquí existe la imposibilidad de ser reelecto, al menos para presidente. Algo que veo positivo, sin embargo es bien sabido por muchos que los verdaderos líderes dirigen al país tras el trono.

- Una educación independiente de la doctrina política agregaría a tu sexto punto.

-El libre comercio e iniciativa privada es lo que esperaba de mentes liberales, pero resulta que tienen corazón socialdemócrata. Viendo el accionar del ejecutivo me percato que se mueven por su pasión.

Saludos.