Hace poco anduve por la hermana república de El Salvador, en un viaje digamos que de trabajo. Llegado el momento de conocer note de inmediato cierta similitud entre la capital, San Salvador, y la ciudad industrial hondureña, San Pedro Sula. Me parecen que llevan la misma idea urbanística, con la excepción de que la capital guanaca lleva algunos años de adelanto en cuanto a progreso vial y comercial se refiere.
La proliferación de los llamados Centros comerciales o Malls es amplia, pulula casi por doquier, las redes viales son mas fluidas y en general parece ser una urbe mucho mas limpia que las ciudades hondureñas que conozco. Pese a todo este intrigante y no menos sospechoso progreso comercial, no deja de ser un país relativamente caro para el hondureño. Ir de compras podría ser una experiencia un poco frustrante, sin embargo, para algunos catrachos, resulta una propuesta atractiva para adquirir trabajo y triplicar sus ganancias.
Al leer los periódicos de ese país me enteré que muchos hondureños humildes, de esos que viven cerca de la frontera, deciden buscar trabajo del otro lado del río Lempa, con el fin de salir de su precaria situación económica, misma que los tiene viviendo a pura tortilla con sal; ya que los “dólares salvadoreños” pagan mejor que nuestro devaluado indio Lempira. Por tanto, toman trabajos que los lugareños de estas tierras deciden rechazar. Casi es el mismo fenómeno que acontece hoy en día en Gringolandia. Nada mas que a los guanacos aún no se les ha ocurrido la idea de levantar un muro fronterizo.
El hecho de hacer de la divisa la única moneda circulante proporciona la ventaja, única que puedo apreciar, de asegurar que la misma pueda fluir con mas libertad, pero sobre todo asumo que lleva la intención de estimular su entrada sin que choque a su paso algún tipo de restricción. Pese a todo lo mencionado, nada de lo que observé en mi visita me sorprende en demasía, me refiero a la capital por supuesto.
Lo que si me impresionó fue el volcán de San Miguel, no sé cuál es su nombre en realidad, pero queda cerca de la ciudad del mismo nombre. Como sabrán Honduras es el único país centroamericano que no posee volcanes, de ahí se puede deducir mi tremenda curiosidad por estos colosos endemoniados. Posee cierta belleza, debo confesarlo, aunque no logro envidiar este “regalo” de la madre naturaleza, para nada. No desearía que surgiera uno por aquí, suficientes problemas tenemos ya con la avalancha de idioteces y sinvergüenzadas que se inventan a diario los políticos de aquí. Ni quiera Dios.
El pulgar de Centroamérica aprieta con su economía dolarizada, sobrevive al volcán y a los bailes sísmicos, mientras que las mujeres siguen siendo las mismas, de pie a cabeza, de senos puntiagudos, algunos de silicón, armadas con labios ardientes y despreocupados, similares a los que suelen regalar o vender por acá ciertas criaturas citadinas.
Saludos.
La proliferación de los llamados Centros comerciales o Malls es amplia, pulula casi por doquier, las redes viales son mas fluidas y en general parece ser una urbe mucho mas limpia que las ciudades hondureñas que conozco. Pese a todo este intrigante y no menos sospechoso progreso comercial, no deja de ser un país relativamente caro para el hondureño. Ir de compras podría ser una experiencia un poco frustrante, sin embargo, para algunos catrachos, resulta una propuesta atractiva para adquirir trabajo y triplicar sus ganancias.
Al leer los periódicos de ese país me enteré que muchos hondureños humildes, de esos que viven cerca de la frontera, deciden buscar trabajo del otro lado del río Lempa, con el fin de salir de su precaria situación económica, misma que los tiene viviendo a pura tortilla con sal; ya que los “dólares salvadoreños” pagan mejor que nuestro devaluado indio Lempira. Por tanto, toman trabajos que los lugareños de estas tierras deciden rechazar. Casi es el mismo fenómeno que acontece hoy en día en Gringolandia. Nada mas que a los guanacos aún no se les ha ocurrido la idea de levantar un muro fronterizo.
El hecho de hacer de la divisa la única moneda circulante proporciona la ventaja, única que puedo apreciar, de asegurar que la misma pueda fluir con mas libertad, pero sobre todo asumo que lleva la intención de estimular su entrada sin que choque a su paso algún tipo de restricción. Pese a todo lo mencionado, nada de lo que observé en mi visita me sorprende en demasía, me refiero a la capital por supuesto.
Lo que si me impresionó fue el volcán de San Miguel, no sé cuál es su nombre en realidad, pero queda cerca de la ciudad del mismo nombre. Como sabrán Honduras es el único país centroamericano que no posee volcanes, de ahí se puede deducir mi tremenda curiosidad por estos colosos endemoniados. Posee cierta belleza, debo confesarlo, aunque no logro envidiar este “regalo” de la madre naturaleza, para nada. No desearía que surgiera uno por aquí, suficientes problemas tenemos ya con la avalancha de idioteces y sinvergüenzadas que se inventan a diario los políticos de aquí. Ni quiera Dios.
El pulgar de Centroamérica aprieta con su economía dolarizada, sobrevive al volcán y a los bailes sísmicos, mientras que las mujeres siguen siendo las mismas, de pie a cabeza, de senos puntiagudos, algunos de silicón, armadas con labios ardientes y despreocupados, similares a los que suelen regalar o vender por acá ciertas criaturas citadinas.
Saludos.
4 comentarios:
Buen viaje. Querido David, ustedes no tendrán volcanes, pero tienen maneras hermosas de nombrar las cosas. Qué tiene que decirme del garífuna, el lenca o el miskito.
Mucho que decir de las etnias, amigo Mickel, lastimosamente estos grupos luchan contra el abandono y el marginamiento.
Saludos
buen articulo, qué me podes decir de las pupusa de el salvador, es cierto que son mejores? quiero creer que no.
Por aquellos lugares existen mas variedad de pupusas, no solo de quesillo o chicharrón, hay de pollo, de pescado, de mora (ramitas de la planta según me dicen) y otras cosas que los paladares catrachos no experimentan a menudo. Pero de todas maneras prefiero las de chicharrón!!. Sin embargo comer ahí es mas caro.
Saludos.
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