miércoles, octubre 19, 2005

Mercenarios Políticos




Los partidos políticos representan diversas tendencias ideológicas cuyo propósito fundamental es alcanzar el poder y asegurar su permanencia en el mismo, por tal razón resulta imprescindible para cualquier facción o grupo político una base teoría que promueva directrices y valores ideológicos encaminados al desarrollo de una nación.

Para que esto ocurra la tendencia ideológica debe influenciar a un número selecto de personas que, entre más inteligentes, cultas y perseverantes, llegarán a regir los destinos de todo un pueblo siempre y cuando aseguren el bienestar, la seguridad y el desarrollo ciudadano, respetando también la libertad y el orden establecido por la cultural vigente.

Nada de esto podría ocurrir sin los grupos políticos no promulgan, mediante diversos métodos educativos, sus posturas con respecto al poder y la forma de ejercerlo. Esto asegura un comportamiento adecuado entre sus simpatizantes y evita que se distorsionen los métodos básicos de control. Tenemos pues personas convencidas, motivadas, leales, dispuestas a apoyar a sus líderes en todo momento e, inclusive, listas a realizar cualquier tipo de sacrificio con tal alcanzar sus objetivos, puesto que están plenamente convencidas que los ideales del grupo al cual pertenecen son nobles y benefician a todo el pueblo.

Tenemos ante nosotros al activista político ideal, ya hemos descrito sus orígenes y desarrollo someramente, quizá no haga falta escribir una definición exacta del mismo.

Ahora bien, esa es la teoría, la pauta ¿Pero que sucede en la realidad actual? Antes de formular una respuesta no debemos olvidar que cada partido político tiene su tendencia ideológica y, por lo general, antagónica a la de otros. Gracias a sus diferencias logramos distinguirlos unos de los otros con facilidad y así podemos escoger mejor aquello que nos conviene a todos.

En la realidad hondureña, a mi parecer, las normas políticas que gestan los valores e ideales de cada facción no han tenido la debida difusión educativa. Por tanto, gran parte de sus activistas no pueden estar motivados por las razones antes expuestas, ya que desconocen los lineamientos políticos o porque, sencillamente, estos se muestran difusos y desfasados de la realidad. Es por ello que a la gente común no encuentra ninguna diferencia entre los partidos políticos mayoritarios, mas que en sus colores tradicionales (Rojo y Azul), con la similitud que ambos son demagogos y corruptos, lo que debilita a los partidos y, por consiguiente, deteriora el ejercicio democrático.

Ante tal situación los líderes de los partidos, temerosos de una derrota, optan por otra clase de respaldo, un nuevo tipo de activistas que los ayuden a alcanzar el codiciado trono, me refiero a los que llamo mercenarios políticos.

Un mercenario político no milita en un partido porque precisamente simpatiza con la ideología del mismo (base fundamental de sus acciones), es más, no requiere estimarla, por tanto es más práctico y esta dispuesto a emplear cualquier medio con tal alcanzar sus fines. Esto es muy conveniente para líderes excesivamente ambiciosos. El mercenario político apoya de una y mil maneras al partido porque este le brinda la oportunidad de sacar un beneficio personal sólo si su facción gana la guerra y conquista el poder. Los líderes se comprometen a recompensarlos por su encomiable labor y todos quedan felices. Todos los de ese partido.

¿En qué consisten las recompensas? Se sabe que por lo general los caudillos ofrecen puestos de trabajo en el gobierno con jugosos suelos, un aliciente muy atractivo para aquellos ciudadanos que, abatidos por el desempleo o ansiosos de mejorar su situación económica, engrosan considerablemente el número de activistas dentro de un partido.

Luego de la victoria, el señor presidente queda comprometido con las legiones de mercenarios que de no cumplirse con lo pactado son capaces de prenderle fuego al país; cuando el presidente se cerciora que no ajustan los puestos para tanto desprovisto comienzan a abrir sin necesidad, dentro de cada institución gubernamental, un sin número de secciones que sólo aumenta la lentitud de los procesos burocráticos; el personal supernumerario absorbe la mayor cantidad del ingreso económico estatal, como consecuencia el gobierno gasta más en pago de suelos a sus empleados que en obras cuyo beneficio directo debe parar en la población.

Como hay demasiados empleado y poco que hacer, muchos se dedican a holgazanear y deambular de un lado a otro, haciéndole la vida imposible a aquellos que solicitan sus servicios. Pero la cosa no para ahí, se ha llegado a la desfachatez de pagar a empleados que no trabajan, los llamados paracaidistas, pero yo los llamo por su nombre correcto: parásitos gubernamentales.

La sabiduría popular admite que las personas indigentes que piden por las calles o los vagos son parásitos de la sociedad, pero yo no lo creo, al fin y al cabo, se les puede dar unos centavos a voluntad de quién quiera. En cambio estos bichos no piden nada, pero roban el dinero del pueblo con todo descaro. Eso si es un verdadero paraisito.

El empleo de mercenarios políticos, con buenas o malas intenciones, es un recurso al cual apelan con frecuencia nuestros queridos políticos, sin embargo el caudal de valores trasmitido por una ideología se esta perdiendo, transformado a los actuales partidos en el poder en meras empresas cuyo propósito es veneficiar sólo para sus agremiados con todas las garantías del caso.

David Morán
Tegucigalpa
octubre 2005

8 comentarios:

Luis Amézaga dijo...

Has hecho una reflexión interesante y completa.

El activista político ideal se hace, y se hace desde jovencito para que no se descarrile. Con un punto ideológico muy claro, el enemigo. No existe ideología sin contrario. Es un combate y tú de qué parte estás. Esa es la pregunta que se debe hacer al activista ideal.

Tengo debilidad por los mercenarios políticos. En España tenemos una larga tradición de picaresca. Es el pillo sin escrúpulos, el que se preocupa de sí mismo antes de preocuparse otra vez de sí mismo. Sólo rinde pleitesía al dinero o al poder que se lo garantice. La ventaja de este grupo es que pueden cambiar de chaqueta sin perder el sueño ni ruborizarse. Sea en el lado que sea, ellos siempre ganan.

El parásito gubernamental no cree en la iniciativa privada. Considera que Papá Estado debe cuidarle y se aprovecha de ello. Los parásitos son inevitables.

Tbo dijo...

El Capital y su poder ejecutivo.

Yo no disfruto mucho de la política, "queda fuera de mi ámbito de actuación", no obstante pienso que son presas faciles de un super-depredador como es el capitalismo puro y duro.

Las empresas y multinacionales todo lo acaparan y sin darse cuenta corrompen todo el tejido social y natural, haciéndolo insalubre.

Los pobres del mundo deben trabajar y rendir pleitesia al interés de sus própositos.

Descomunal capitalismo globalizador. Una gran araña peluda que acabará con todos, si nadie lo remedia.

Así es dificil conjugar buenos sentimientos hacia los pobres. Sin ellos, no existirian los más ricos y poderosos, los políticos dejarían de serlo y aún no hemos conocido un sistema mejor

"Pienso que hoy día mandan más las multinacionales que los gobiernos."

David Morán dijo...

Primero que nada pido disculpas por algunas palabritas y/o nexos verbales que descomponen un poco la redacción del presente post. Se me pasaron a la hora de revisar.

Amigo Mickel: Gracias por ampliar el tema, la verdad no esperaba comentarios para un texto tan largo. Veo que agregas un perfil sociológico del mercenario político, un punto importante que se me había pasado por alto, además, me gustó recordar a través de tus palabras el pancismo cínico y despreocupado que los caracteriza. Pero hay un punto en tu discurso donde se mezclas otras conductas que en lo particular se las atribuyo a otro tipo de activista, uno que bien merece un post entero, consistente y escueto. Ya habrá tiempo para eso.

Camarada Tbo. Admito que la política también está fuera de mi ámbito de actuación, y un tanto más de mi entendimiento, sin embargo me gusta de vez en cuando entretenerme con este intrincado tema, lo encuentro hasta necesario.

Por supuesto que las trasnacionales representan el poder económico mundial y el imperio reinante tras el trono político. El proceso de globalización va pero hay que presionar para tener el protagonismo por parte de todos los sectores de nuestras sociedades. No a la marginación por meras circunstancias económicas o educativas y a las imposiciones que menoscaban la cultura de cada pueblo, cambiadas por un improvisado y estandarizado comportamiento urbano que sólo beneficia a los grandes emporios económicos.

Ya vez, compartimos muchas ideas. Seguiré hablando de estos temas, aquí en Honduras estamos a punto de entrar en las elecciones generales, hay que ponerse a la moda según la temporada.

Saludos.

Anónimo dijo...

Dejando de lado los (¿cómo se dice?; en Perú los llamaría 'peruanismos'), ¿simplemente 'localismos?, me parece tu post una radiografía del sistema político peruano.

David Morán dijo...

Saludos amigo peruano, parece que la diferencia es mínima en cuanto a lo político se refiere, ya vimos tu blog me parece interesante, pero no he logrado publicar mis comentarios.

Saludos.

wilson dijo...

Hola David:

Yo añadiría al mercenario que no sabe que lo es. Ese que ha conseguido una puesto de trabajo, una subvención o una rentita porque el partido en el poder así lo decidió y luego amenaza con hacerlo desaparecer en caso de que pierdan las elecciones. Esas prebendas siempre están ligadas al gobierno de turno y no existe forma de perpetuarlas sino es con un voto favorable, que se pide cada cierto tiempo, y que una vez pasado se despejan todas las brumas de la mala conciencia.

Anónimo dijo...

Sí dejaste el comentario, David. Ya lo publiqué. Es el sistema de blogs que tengo. Tampoco te preocupes que no hay censura. Saludos.

Luis Amézaga dijo...

Camarada TBO, lo malo de los ricos es que no somos todos ricos. Por lo demás es perfecto. Y lo bueno de los pobres es que quieren dejar de serlo.