viernes, agosto 09, 2013

El lío internacional con la Moña (Marihuana)





Existe un amplio debate sobre las propiedades tanto benéficas  como perjudiciales acerca del consumo de cannabis en el mundo. Pero, al margen del relativismo más extremado, hay dos verdades que no se pueden negar sobre el negocio de esta controvertida sustancia. Primero, que prohibir su comercialización y consumo hace de esto un negocio muy lucrativo; segundo, se crean mafias que son capaces de cualquier acción con tal monopolizar este rubro penalizado en muchos países. Claro, dichos aspectos quizá le calcen mejor a sustancias tan perniciosas como la cocaína, pero de lo que trató aquí es más bien de las implicaciones políticas, de salud y hasta morales que puede acarrear su despenalización, y ciertas trampas que, para la gente entusiasta de la libertad, les pueden estar pasando por alto.
Según el artículo que reseño arriba, el actual presidente uruguayo, José Mujica, ha iniciado un sistema de regularización de la marihuana. Muchos liberales podría estar saltando de alegría (especialmente los que fuman moña a escondidas, y los progres también desde luego) porque esto involucra cierta aceptación, por parte del Estado, de extender y respetar la libertad individual; el problema es que Mujica habla de regularización; precisamente a lo que todo liberal le fastidia del Estado, es decir, regular implica control y falta de libertad. No nos olvidemos que este gobierno uruguayo es de izquierda. Y para la izquierda política no hay mejor instrumento que el Estado. Y lo que todo liberal quiere, paradójicamente, es menos Estado. Primera trampa.
Es verdad, también, que con la despenalización, de cualquier sustancia adictiva, nos podemos ir olvidando de las mafias, de los crímenes a borbotones, financiación de grupos terroristas, el lavado de activos, de la corrupción política, el increíble gasto público que conlleva combatirla y una larga vertiente de dilemas sociales que promueve el lucrativo mercado de las drogas. Legalizar implica arruinarles el negocio a unas cuantas personas inescrupulosas, e inmorales. Cuando el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, y su homólogo de Guatemala Otto Pérez Molina propusieron hacer algo parecido con otras drogas, salió corriendo un representante de USA a Centroamérica para disuadir a estos países  de no aceptar tan interesante propuesta. Porque toda esa violencia, producto de la prohibición, se volcaría al gran país del Norte, lo cual no les conviene. En esto le doy la razón a Pepe Lobo cuando dice que ellos (los estadounidenses), ponen la plata para combatir el narcotráfico pero nosotros ponemos los muertos. Lo cual no es nada justo, pues nos llevamos la peor parte. Segunda trampa.
Estoy convencido que despenalizar el uso de ciertas sustancias nos liberaría de tanto problema expuestos. Pero, en realidad, no estamos observando las consecuencias negativas que podrían acarrear dicha decisión (y tal vez los gringos sí, aunque no lo digan); todo por centrar nuestra atención en los beneficios y los bajos costos de no tener que lidiar contra cárteles de drogas. El asunto es que, si bien tenemos derecho a una libertad individual, la misma exige, una responsabilidad individual por nuestros actos, y todo acto humano está sometido a la moral. Si sabemos que la gente, a pesar que las bebidas alcohólicas tienen fuertes restricciones y leyes punitivas por el uso indebido, nos da tanto problema por su consumo irresponsable (adicción y otros dilemas psicosociales) ¿Qué podríamos esperar de drogas más peligrosas y adictivas? Pero la verdadera pregunta es:
¿Estamos, como personas, dispuestos a enfrentar las consecuencias negativas de la despenalización de las drogas?
Si la respuesta es sí, pues adelante.
Pero no nos engañemos, con la despenalización de la marihuana u otra sustancia similar,  no estamos resolviendo nada. Sólo cambiamos un problema por otro.
Si hoy los gobiernos gastan millonarias sumas de dinero  en combatir el narcotráfico (sin contar las pérdidas de vida) mañana, seguramente, y gracias a la “libertad” que nos “confieren” nuestros amigos de izquierda, quizá el gasto no baje, sino que se redirija en la rehabilitación de un montón de “mafufos”, que siempre han fumado “moña”, salvo que otros se les unirán. Entonces podría haber la urgencia de más ingresos y unas onerosas como inútiles campañas para desprestigiar la marihuana por parte del Gobierno,  sin mencionar más cargas tributarias al negocio, es decir, el Estado se lucra de un acto que el mismo considera inmoral y dañino (doble moral) ¿Acaso no ocurre algo similar con el tabaco? ¿Cuánta gente se pierde a causa del mismo?
Es verdad que, si tenemos libertad, debemos asumir las consecuencias de la misma. Si fumo, y me pega cáncer pulmonar, pues soy un idiota si me quejo o le echo la culpa a otros. Reitero; no nos engañemos. Tendremos problemas que, tarde o temprano, padeceremos, y siempre serán costosos. Me refiero a terceras personas que nada tendrán que ver con el uso de las drogas, pero podrían ser sus víctimas. Ojo, si hay regularización, no tenemos un mercado libre, como pregonan los más entusiastas defensores de la libertad individual. Es un asunto tan crudo que prefiero dejarlo abierto y reflexionarlo aún más.
Saludos.

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