Lo que la legalización de la marihuana en Uruguay significa para el mundo Artículo de referencia.
Existe un amplio debate sobre las
propiedades tanto benéficas como
perjudiciales acerca del consumo de cannabis en el mundo. Pero, al margen del
relativismo más extremado, hay dos verdades que no se pueden negar sobre el
negocio de esta controvertida sustancia. Primero, que prohibir su comercialización
y consumo hace de esto un negocio muy lucrativo; segundo, se crean mafias que
son capaces de cualquier acción con tal monopolizar este rubro penalizado en
muchos países. Claro, dichos aspectos quizá le calcen mejor a sustancias tan
perniciosas como la cocaína, pero de lo que trató aquí es más bien de las
implicaciones políticas, de salud y hasta morales que puede acarrear su
despenalización, y ciertas trampas que, para la gente entusiasta de la
libertad, les pueden estar pasando por alto.
Según el artículo que reseño
arriba, el actual presidente uruguayo, José Mujica, ha iniciado un sistema de
regularización de la marihuana. Muchos liberales podría estar saltando de
alegría (especialmente los que fuman moña a escondidas, y los progres también
desde luego) porque esto involucra cierta aceptación, por parte del Estado, de extender
y respetar la libertad individual; el problema es que Mujica habla de regularización; precisamente a lo que
todo liberal le fastidia del Estado, es decir, regular implica control y falta de libertad. No nos
olvidemos que este gobierno uruguayo es de izquierda. Y para la izquierda
política no hay mejor instrumento que el Estado. Y lo que todo liberal quiere, paradójicamente,
es menos Estado. Primera trampa.
Es verdad, también, que con la
despenalización, de cualquier sustancia adictiva, nos podemos ir olvidando de
las mafias, de los crímenes a borbotones, financiación de grupos terroristas, el
lavado de activos, de la corrupción política, el increíble gasto público que conlleva
combatirla y una larga vertiente de dilemas sociales que promueve el lucrativo
mercado de las drogas. Legalizar implica arruinarles el negocio a unas cuantas
personas inescrupulosas, e inmorales. Cuando el presidente colombiano, Juan
Manuel Santos, y su homólogo de Guatemala Otto Pérez Molina propusieron hacer
algo parecido con otras drogas, salió corriendo un representante de USA a Centroamérica
para disuadir a estos países de no aceptar
tan interesante propuesta. Porque toda esa violencia, producto de la
prohibición, se volcaría al gran país del Norte, lo cual no les conviene. En
esto le doy la razón a Pepe Lobo cuando dice que ellos (los estadounidenses),
ponen la plata para combatir el narcotráfico pero nosotros ponemos los muertos.
Lo cual no es nada justo, pues nos llevamos la peor parte. Segunda trampa.
Estoy convencido que despenalizar
el uso de ciertas sustancias nos liberaría de tanto problema expuestos. Pero,
en realidad, no estamos observando las consecuencias negativas que podrían
acarrear dicha decisión (y tal vez los gringos sí, aunque no lo digan); todo
por centrar nuestra atención en los beneficios y los bajos costos de no tener
que lidiar contra cárteles de drogas. El asunto es que, si bien tenemos derecho
a una libertad individual, la misma
exige, una responsabilidad individual
por nuestros actos, y todo acto humano
está sometido a la moral. Si sabemos que la gente, a pesar que las bebidas alcohólicas
tienen fuertes restricciones y leyes punitivas por el uso indebido, nos da
tanto problema por su consumo
irresponsable (adicción y otros dilemas psicosociales) ¿Qué podríamos
esperar de drogas más peligrosas y adictivas? Pero la verdadera pregunta es:
¿Estamos, como personas, dispuestos a enfrentar las consecuencias
negativas de la despenalización de las drogas?
Si la respuesta es sí, pues
adelante.
Pero no nos engañemos, con la
despenalización de la marihuana u otra sustancia similar, no estamos resolviendo nada. Sólo cambiamos un
problema por otro.
Si hoy los gobiernos gastan
millonarias sumas de dinero en combatir
el narcotráfico (sin contar las pérdidas de vida) mañana, seguramente, y
gracias a la “libertad” que nos “confieren” nuestros amigos de izquierda, quizá
el gasto no baje, sino que se redirija en la rehabilitación de un montón de “mafufos”,
que siempre han fumado “moña”, salvo que otros se les unirán. Entonces podría
haber la urgencia de más ingresos y unas onerosas como inútiles campañas para
desprestigiar la marihuana por parte del Gobierno, sin mencionar más cargas tributarias al
negocio, es decir, el Estado se lucra de un acto que el mismo considera inmoral
y dañino (doble moral) ¿Acaso no ocurre algo similar con el tabaco? ¿Cuánta
gente se pierde a causa del mismo?
Es verdad que, si tenemos
libertad, debemos asumir las consecuencias de la misma. Si fumo, y me pega
cáncer pulmonar, pues soy un idiota si me quejo o le echo la culpa a otros.
Reitero; no nos engañemos. Tendremos problemas que, tarde o temprano,
padeceremos, y siempre serán costosos. Me refiero a terceras personas que nada
tendrán que ver con el uso de las drogas, pero podrían ser sus víctimas. Ojo,
si hay regularización, no tenemos un
mercado libre, como pregonan los más entusiastas defensores de la libertad
individual. Es un asunto tan crudo que prefiero dejarlo abierto y reflexionarlo
aún más.
Saludos.
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