A los hondureños nos gusta elegir un presidente para que luego nos gobierne como le dé la gana, sea que nos guste o no su manera de proceder. Y por si fuera poco, este mismo ciudadano electo presidente, luego dice que Dios lo eligió para el cargo que actualmente ocupa.
Así van otros también que se tiran desde el púlpito a la vida política, con unos postulados que riñen mucho con la esencia del cristianismo, pero ya sabemos que en este carnaval las “paradojas” son más frecuentes que en el campo de las matemáticas. De aquí se “forma” también la mente obcecada con la ideología; para quienes toda derecha política resulta ser ultraderecha, y aquellos que se oponen a sus planes de dominio, son unos fascistas, oligarcas y demás epítetos que salgan de la campechana boca de Hugo Chávez. Se encuentran tan adentrados en la llanura del espectro político que todo, desde su óptica, lo ven distante y, por consiguiente, radical.
Por tanto las luchas, a través de la pudiente dirigencia corporativa, se vuelven muy asiduas a buscar incrementos al salario mínimo para satisfacer la demanda de sus afiliados. Porque claro, aquí todos en Honduras sabemos de economía, basta con pensar en que si suben los precios de productos, deben subir también los salarios ¿Para qué nos complicamos tanto? Obviamente, combatir la inflación es un delirio típico de psicóticos, o en otras palabras de un neoliberal fundamentalista, aunque no sea discípulo de Milton Freedman.
Es muy difícil combatir el principal flagelo que agobia al hondureño común, porque el sistema judicial, fiscal, policial son sumamente disfuncionales; pero creo que no basta con una clara depuración a mansalva, aquí todo lo quieren arreglar a punto de ley, como si estuviéramos en una dictadura. Lo peor, es que tenemos un Congreso Nacional cuyos miembros han llegado a la desfachatez de legislar cosas que no tienen la menor idea de lo que son. Por semejante accionar hemos pasado de ser una antigua República Bananera a un País de Caricatura, donde los políticos nos pintan la cara.
A pesar de todo, es un alivio saber que existen hondureños que se dedican a combatir esta y otras sandeces y delitos, por desgracia tiene que morir alguien con cierta notoriedad para que se muevan los engranajes de la justicia con una rapidez que incluso asusta. Personas como la actual Rectora de la Universidad están manteniendo una presión tan inteligente como loable sin que por ello pisoteen el derecho de otros. Es por este acto de valentía que merecen nuestro crédito y respaldo para una actividad tan peligrosa que es por hoy, recomponer nuestra maltrecha Honduras.
Saludos.
El sabio y el león.
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El sabio descubre que lo ideal es callar. Para siempre. Pero ese nivel de
sabiduría no se establece en nadie si no va acompañado de compasión. Por
eso...
Hace 2 horas
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