jueves, noviembre 17, 2005

¿Ingenuidad ciudadana?

Como están cerca los comicios electorales en Honduras me pongo a reflexionar un poco sobre algunos temas relacionados con la política nacional, no solamente porque esta “de moda” hablar de tales asuntos, sino también porque es obligación de todo ciudadano preocuparse por su nación.

Pero antes de hablar de política nacional, de los políticos propiamente, de candidatos y sus acompañantes, es importante tener bien claras algunas ideas para evitar desencantos, especialmente cuando se trata del mundillo político al cual me he referido en post anteriores. Primero hay que saber que es la política, esa política. No me refiero a un concepto académico cargado de pragmatismos, sino mas bien a una noción semejante a la realidad actual. Muchos definen el accionar político como el arte de manipular a las masas para alcanzar ciertos objetitos; objetivos que, a la larga, benefician directamente a un subconjunto de dicha masa.

Siempre me ha gustado este concepto, tanto por su sencillez como por el realismo que nos presenta, el mismo nos aclara en cierto modo la naturaleza del político clásico. Hoy en día muchos hondureños aún creen que los políticos están para servirle al pueblo, pero eso quizá no sea toda la verdad. Solamente parte de ella.

Los políticos quieren poder para gobernar, no para servir como un fin fundamental; sirven porque de esa manera logran conservar el poder en un mundo democrático, poner el orden que conviene y administrar los bienes estatales, todo ello a la luz de sus ideologías. Debemos saber exactamente que cosas esperar de los políticos y que cosas no.

No niego que algunas personas involucradas en política tengan, dentro de sus motivaciones personales, la intención de servir a los demás como objetivo fundamental, especialmente a aquellos grupos marginados por el progreso productivo, sectario y de carácter consumista que reina en la actualidad. Me refiero a auténticos patriotas, con todos sus aciertos y desaciertos. Sin embargo, independientemente de las intenciones personales, el objetivo, en términos prácticos, siempre será el mismo, alcanzar el poder.

La ingenuidad ciudadana (quizá pueda ser demasiado presuntuoso con esto) consiste en creer que los políticos van a resolver las distintas problemáticas de la nación con la eficiencia que a todos nos conviene. Esperar que en cuatro años de gobierno constitucional una facción política desenrede un nudo que ha venido enmarañándose durante décadas es algo sumamente ingenuo. Incluso, aseverar que los políticos están para servir al pueblo es también una forma de ingenuidad. Recalco, como asunto primario.

Por esta razón no me extraña que las personas se desencante de los políticos, incluso, llega hasta aborrecerlos, lo que desencadena un desinterés masivo por asuntos nacionales, un error fatal. Los políticos están ahí, son un mal necesario -si les sirve de consuelo tal apreciación-. Alguien debe asumir estos roles en nuestras sociedades, lo han hecho en el pasado remoto hasta nuestros días, no podemos prescindir de ellos totalmente. El verdadero problema es que los ciudadanos comunes debemos saber presionar y exigirles a los políticos, precisamente políticas más justas y el fiel cumplimiento de las mismas, de lo contrario comenzarán a hacer lo que se les venga en gana, con todos nosotros.

Se puede castigar a una facción política de muchas formas por incumplir los compromisos adquiridos ante el pueblo; vamos a ver en los próximos días cómo reacciona el electorado, que ya no es tan ingenuo como muchos suponen, si premiará o no a la actual facción política que administra nuestra nación, lo veremos pronto.

5 comentarios:

wilson dijo...

Yo suelo confiar mucho más en los políticos con experiencia, los que han crecido haciendo política, que en los advenedizos. Cuando la ideología deja paso al interés, el líder se convierte en tirano. Por eso creo que el líder proveniente del múndo económico sirve menos al interés público que el que ha ejercido labores de funcionariado. Por decirlo de otra forma, ya que el poder pervierte, prefiero que no venga resabiado.

Lo que sí es cierto es que la clase política de un país es fiel reflejo de su sociedad en una democracia, aunque a veces cueste creerlo y las menos haya sido engañada.

wilson dijo...

He sabido que no lo estais pasando muy bien con las tormentas. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Me gusta el bloggin me parece una forma tan magnifica de quitarnos la tapa que nos pusieron en la boca cuando nacimos...gracias por compartir

visitá:

David Morán dijo...

Así es Wilson, estas recientes tormentas tropicales han provocado muchos daños materiales, sin embargo aquí en la capital no han habido problemas mayores, la costa Norte de Honduras es la que ha sido fuertemente castigada, muchos municipios o pueblos de la zona se quedaron prácticamente incomunicados. Al dañarse la endeble infraestructura vial se afecta a las personas que, por ejemplo, dependen de un solo puente y camino para trasladarse de sus trabajos a sus hogares. Otras zonas han tenido que ser evacuada para evitar la pérdida de vidas humanas; resulta muy difícil lidiar con las actuales condiciones que nos presenta la naturaleza, ya que las personas no esperaban otra tormenta tropical, será difícil adaptarse a estos fenómenos tan repentinos y desastrosos.

Saludos.

wilson dijo...

Arriba ese ánimo. Saludos